Tengo que hacer quimioterapia: ¿Qué me espera?

Después del diagnóstico de cáncer es hora de pasar a la acción e iniciar los tratamientos necesarios para abordar el tumor, y uno de los más habituales es la quimioterapia.

Cuando nos mencionan la palabra quimioterapia, nos asusta porque desconocemos a qué vamos a enfrentarnos. Tememos encontrarnos mal, perder el cabello, sufrir mareos y en definitiva perder nuestra manera de vivir. Además, las referencias que hemos visto en películas y series nos muestran a pacientes con numerosos efectos secundarios y padeciendo un gran sufrimiento. Nada más lejos de la realidad.

Es cierto que la quimioterapia puede provocar algunos efectos secundarios, pero no todas las personas los manifiestan de la misma manera, ya que influyen diversos factores en la forma en que nuestro cuerpo reacciona ante el tratamiento, entre ellos, nuestra actitud ante el proceso.

A continuación, te explicamos paso a paso todo lo que debes conocer para que dispongas de toda la información necesaria del proceso y lo afrontes con mayor tranquilidad.

Antes del inicio del tratamiento, tu oncólogo médico hará una valoración para determinar tu tratamiento a medida, en cuanto a qué tipo de fármacos y qué dosis son necesarias, basándose en tu estado general de salud, el tipo de tumor, su localización y el estadio en que se encuentre la enfermedad. Asimismo, tendrá en cuenta los antecedentes de enfermedades previas como cardiopatías, enfermedades vasculares, etc.

En ocasiones, es necesario realizar un enfoque multidisciplinar de tratamientos para obtener una mayor efectividad en el abordaje del tumor, mediante la combinación de terapias como la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia, la inmunoterapia y/o la hormonoterapia entre otras.

¿Cómo actúa la quimioterapia?

Su principal objetivo es el de destruir las células del tumor y, en función de su tipología, de la fase en la que se encuentre y del estado general del paciente, pueden tener efecto curativo (en tumores con perspectivas de curación, su objetivo es el de curar la enfermedad, tanto como tratamiento único como asociado a otros) o paliativo (en tumores incurables, controla los síntomas producidos por el tumor y ayuda a mejorar la calidad de vida del enfermo, pudiendo aumentar también su supervivencia).

En general, la quimioterapia impide la multiplicación de las células tumorales y facilita su destrucción, lo que supone una disminución o desaparición del tumor maligno y la prevención de posibles procesos metastásicos. Las células normales proliferantes (como los glóbulos blancos de la sangre o las células epiteliales de la mucosa oral o gastrointestinal) también son dañadas y su crecimiento frenado, pero, evidentemente, se recuperan más rápidamente y eficazmente que las células cancerosas.

El oncólogo médico valorará una serie de pruebas durante el tratamiento o tras finalizar el mismo para conocer la respuesta del tumor a la quimioterapia con el objetivo de ajustarlo o modificarlo en caso de que sea necesario.

¿En qué consiste la quimioterapia?

La quimioterapia es un tratamiento sistémico contra el cáncer (no como la radioterapia o la cirugía, que son esencialmente tratamientos “locorregionales” y no sistémicos) que se administra por vía intravenosa o por vía oral, en función del tipo de cáncer y de los fármacos a suministrar. Los medicamentos se transportan a través del torrente sanguíneo hasta las células cancerosas.

Se administra de manera cíclica, con alternancia de periodos de tratamiento con periodos de descanso, fundamentales para facilitar que las células sanas del organismo puedan recuperarse de los daños causados por los medicamentos empleados y puedan afrontar de forma segura un nuevo ciclo de tratamiento.

La duración del tratamiento con quimioterapia dependerá de las características del tumor y de la fase en que se encuentre.

Vía intravenosa

Cuando la prescripción de la administración de la quimioterapia se hace por vía intravenosa, nuestro médico programará el número de sesiones, que se llevaran a cabo en el centro sanitario.

La administración de los fármacos por vía intravenosa se realiza mediante una inyección, habitualmente en el brazo. A menudo se introduce un catéter (por ejemplo, subcutáneo) desde una vena periférica (como una vena subclavia debajo de la clavícula) para llegar a una más gruesa del tórax o la aurícula cardíaca y así evitar los pinchazos repetidos en venas muy finas y dañarlas. Estos catéteres son también muy útiles en las sesiones en las que es necesaria la administración continuada de fármacos durante mucho tiempo (infusión continua).

El catéter permanece insertado a lo largo de todo el tratamiento y normalmente está unido a un disco redondo de plástico o metal llamado port-a-cath, que se inserta bajo la piel, y que se utiliza como vía de entrada para la infusión de la quimioterapia mediante bombas de infusión que controlan su inserción en el organismo de forma programada. En ocasiones, los port-a-cath se utilizan para la extracción de muestras de sangre del paciente. El port-a-cath es un dispositivo que normalmente no produce ningún tipo de dolor o sensación desagradable. Si aparece cualquier molestia que creas que puede estar causado por el port-a-cath o el catéter, realiza la consulta con tu médico.



Vía oral

En los casos menos frecuentes en que la prescripción del tratamiento de quimioterapia se recomiende por vía oral, el paciente deberá ingerir la medicación por la boca en forma de comprimidos o sobres solubles, ya que este tipo de fármacos son absorbidos por el estómago o el intestino.

En estos casos, el paciente puede llevar a cabo el tratamiento desde su domicilio y solo deberá desplazarse al centro sanitario para realizar los controles periódicos.

Hoy empiezo el tratamiento, ¿qué pasará?

Tras una primera visita informativa con el oncólogo, en la que te informará sobre los detalles específicos del tratamiento y para poder firmar un consentimiento informado, deberás acudir a la zona de “Hospital de Día” donde se encuentra la sala de quimioterapia. Allí te recibirá el equipo de enfermería especializada, que te mostrará el espacio y te dará toda la información sobre el procedimiento. También serán las personas responsables de insertarte la vía endovenosa periférica, manipular el catéter y el sistema de infusión de los fármacos.

La preparación de la combinación de fármacos específica para cada tratamiento se lleva a cabo por el servicio de farmacia del hospital, ya que es indispensable realizarla manteniendo estrictas medidas de seguridad y esterilidad.

Con el objetivo de que puedas realizar la terapia con confianza y tranquilidad, el equipo de enfermeras estará siempre a tu disposición para resolver cualquier duda y calmar los miedos del primer día. Si lo prefieres, puedes realizar el tratamiento acompañado de algún familiar o persona de tu confianza.

Después de recibir el tratamiento, podrás marcharte a tu domicilio y solo regresar cuando te corresponda el siguiente ciclo. Solo en determinadas circunstancias, en función del tipo y dosis de fármacos utilizados o del estado de salud del paciente, es necesario el ingreso en el hospital durante algunos días.

¿Cómo afectará la quimioterapia a mi día a día?

La quimioterapia es un tratamiento que incide tanto en las células malignas, como en parte de las sanas. La acción de los fármacos sobre estas últimas, pueden generar alguna sintomatología no deseada o efectos secundarios generalmente reversibles.

La fatiga y el cansancio son síntomas generalmente comunes a todos los pacientes, sin embargo, existen otros efectos que pueden aparecer en mayor o menor medida y que afectan a la piel, el aparato digestivo, los folículos pilosos y a todas las células que son de reproducción rápida.

Aunque no se puede conocer de antemano cuál será la reacción al tratamiento de cada caso, es habitual que la mayor parte de los pacientes puedan continuar con su cotidianeidad con normalidad y sin molestias.

Es recomendable que antes de iniciar el tratamiento, hables con tu médico para que te informe de los posibles efectos secundarios y de las recomendaciones a seguir para paliarlos, en caso de que aparezcan.

La quimioterapia requiere asistir de forma regular al hospital durante todo el tratamiento. Esto hace que tu normalidad pueda verse alterada o limitada. Es necesario que valores reducir tu ritmo de trabajo y que descanses con posterioridad a la administración del tratamiento.

Habitualmente, durante los ciclos de quimioterapia se administran otros fármacos como corticoides, antieméticos o antihistamínicos, para reducir los posibles efectos secundarios como las náuseas y los vómitos o reacciones alérgicas, y ayudar a tolerar mejor el tratamiento. Es posible que el médico prescriba la administración de antieméticos, indicados para paliar las náuseas, en los días siguientes a la quimioterapia. Si se produce una bajada importante de los glóbulos blancos en la sangre (por eso se suele realizar una analítica antes de cada tratamiento), el oncólogo puede prescribir un medicamento subcutáneo como Filgrastim o derivado, que, tras la quimioterapia favorece y estimula el crecimiento y regeneración de los glóbulos blancos, reduciendo de forma significativa el riesgo de infección. Es recomendable seguir unas pautas alimentarias saludables para ayudar a minimizar estos efectos secundarios de la quimioterapia.