Sarcoma, un cáncer poco frecuente pero que deberías conocer
Cuando hablamos de sarcoma, hacemos referencia a un amplio grupo de tumores malignos que se originan o en el tejido óseo (huesos y cartílagos, y se llaman osteosarcomas) o en el tejido conectivo, que es el encargado de conectar, sostener y recubrir todas las estructuras del organismo, y que comprende músculos, tendones, grasa (liposarcomas), vasos sanguíneos, revestimiento de las articulaciones y nervios.
El sarcoma puede desarrollarse en cualquier zona del cuerpo, y aunque es más frecuente en extremidades, abdomen y tórax, también puede localizarse en la cabeza y cuello, es más frecuente en las extremidades y en el tronco.
A diferencia de otros tumores que son más frecuentes en la edad adulta, los sarcomas en general pueden afectar a individuos de cualquier edad y tienen mayor incidencia en hombres que en mujeres.
Teniendo en cuenta que el sarcoma engloba un amplio grupo de tipos de tumores, su comportamiento es muy variable y dependerá del tipo específico de cáncer. Algunos tipos de sarcoma tienen un crecimiento lento y los pacientes viven durante años con estadios avanzados de la enfermedad o incluso con metástasis y sin tratamiento. En cambio, en otros casos, los tumores (llamados de ALTO GRADO, o de Ki-67 elevado – un marcador en el tejido tumoral de la proliferación celular) pueden ser de crecimiento muy rápido, como el sarcoma de Ewing (un tipo raro de cáncer que se produce en los huesos o en el tejido blando alrededor de los huesos); o el rabdomiosarcoma (cáncer que se forma en el tejido muscular del esqueleto o de órganos como la vejiga o el útero) que tienen una mayor incidencia en niños y adolescentes, y requieren iniciar el tratamiento lo antes posible.
En general, los sarcomas van asociados a riesgo metastásico por diseminación sanguínea más que linfática, y, raramente, por ejemplo, presentan con ganglios linfáticos afectados. También muchos de ellos se asocian con Translocaciones Cromosómicas específicas más que con mutaciones puntuales de oncogenes frecuentes en cánceres epiteliales.
Se están investigando terapias personalizadas dirigidas a estas translocaciones, pero por ahora el mejor tratamiento sigue siendo la quimioterapia, además de la cirugía y en algunos casos la radioterapia.
El diagnóstico de este tipo de cáncer se realiza mediante pruebas de imagen capaces de detectar el tumor, como las radiografías, la Tomografía Axial Computarizada (TAC), la resonancia magnética (RMN), la Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) o la Gammagrafía ósea. Una vez detectado el tumor por imagen, el diagnóstico debe confirmarse con una biopsia del tejido, mediante punción o en muchos casos por directamente el abordaje quirúrgico (o exéresis de la lesión tumoral).
No existen medidas preventivas para evitar la aparición del sarcoma, pero sí debemos tener en cuenta ciertos factores que pueden incrementar el riesgo de padecerlo, como la exposición a ciertas sustancias químicas, la inflamación crónica, o la exposición a ciertos virus como el del VIH en personas inmunodeprimidas (predispuestas al llamado Sarcoma de Kaposi).
Sarcoma de tejido blando
El sarcoma de tejido blando representa el 1% del total de tumores, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), y se origina habitualmente en tejidos conectivos de partes blandas que tienen la función de relleno y de soporte del organismo, como los vasos sanguíneos, el tejido adiposo, el tejido muscular y el tejido nervioso, entre otros. El sarcoma de tejido blando afecta mayoritariamente a las extremidades, 60% de los casos, aunque puede manifestarse con menor incidencia en el tronco y de forma menos habitual, en la cabeza o en el cuello (30% y 10% de los casos de sarcoma respectivamente). No todos los sarcomas son iguales. Hay más de 50 tipos diferentes de sarcomas de tejidos blandos y cada uno tiene un comportamiento.
Los tres tipos más comunes de cáncer óseo son:
Osteosarcoma. El osteosarcoma o sarcoma osteogénico es el tipo más común de cáncer óseo y se manifiesta con mayor frecuencia en niños y adultos jóvenes, en los huesos de la pierna o el brazo. En circunstancias excepcionales, los osteosarcomas pueden surgir fuera de los huesos (osteosarcomas extra esqueléticos).
Condrosarcoma. El condrosarcoma es el segundo tipo más frecuente de cáncer óseo y se origina en las células del cartílago. Puede desarrollarse en cualquier parte del cuerpo que tenga cartílago, pero la mayoría se forma en huesos, como la pelvis, las piernas o los brazos. A veces, el condrosarcoma puede comenzar en la tráquea, la laringe y la pared torácica. Otros lugares pueden ser la escápula (omóplato), las costillas o el cráneo.
Sarcoma de Ewing. Es el tercer tipo de cáncer óseo primario más frecuente y el segundo tipo más común en niños, adolescentes y adultos jóvenes. Es poco habitual ver este tumor en adultos mayores de 30 años. La mayoría de los sarcomas de Ewing se desarrollan en los huesos, pero pueden originarse en otros tejidos y órganos. Las localizaciones más frecuentes son pelvis, pared torácica (por ejemplo, las costillas o los omóplatos) y huesos largos de piernas o brazos.